Dejar el trabajo y pedir una excedencia para viajar: mi experiencia

Iba a empezar esta reflexión recordando cómo me sentía los días previos a mi gran viaje a Sudamérica, allá en junio de 2013. Pero con el paso del tiempo la mente es sabia y la memoria muy selectiva, así que me costaba recordar los momentos más difíciles y solo me aparecían imágenes de euforia, nervios e ilusión.

De repente, he recordado que 1 mes antes de irme precisamente escribí un texto que explicaba cómo me sentía y cuales eran mis expectativas para el viaje, del cual solo tenía el billete de ida. En ese momento no sabía si habría un billete de vuelta o si sería un cambio radical en mi vida.

Sólo sabía que dejaba un trabajo estable y bien pagado, la familia, los amigos, mi piso de alquiler y me aventuraba a lo desconocido. Estaba abierta a todo y la incertidumbre era máxima.

Probablemente era la decisión más importante que había tomado en mi vida.

Excedencia para viajar: miedos y motivos

Éstas son las líneas que escribí, sin cambiar ni una coma, salidas directamente de mi corazón, allá va:

“Tomar la decisión de irte un año a la otra punta del mundo no es difícil; simplemente, llega.

Durante un tiempo más o menos largo y de forma más o menos constante te vas planteando si tienes la vida que quisieras

Si aprovechas bastante el tiempo…

Si tu día a día te llena…

Si quieres hacer algún cambio…

Si tienes suficiente…

Si hay algo más…

Y poco a poco, empiezas a ver señales por todas partes que te van guiando hacia el camino; una conversación, una imagen, un vídeo, una conferencia, una reflexión, un artículo, una canción… Todo te va enfocando sin que seas consciente hacia tomar “la” decisión.

A mí este momento me llegó en diciembre de 2011. A partir de entonces, he pasado un año buscando la mejor manera de darle forma; la primera idea fue ir a trabajar fuera, pero en mi empresa no estaban por la labor. Luego, busqué algún proyecto solidario o profesional pero nada me convencía. Finalmente, decidí pedir una excedencia.

Está claro que en ese camino intenso ha habido millones de dudas que me quitaban el sueño:

¿Soy capaz de dejarlo todo e ir contracorriente de lo establecido? ¿Qué pensarán los demás? ¿Qué pasa si rompo los esquemas? ¿Es el momento adecuado? ¿Por qué debería hacerlo? ¿Quiero realmente hacerlo? ¿Y si me equivoco? ¿Podré vivir sin comodidades (2 teléfonos, 2 ordenadores, 1 tablet, whatsapp, moto, secador, armario lleno de ropa, colección de zapatos, y un largo etcétera …) ?

Las respuestas a todas estas preguntas se han ido alineando poco a poco, y una vez tomada la decisión, el tiempo pasa rápido y las listas de “cosas que hacer” alargan de forma exponencial… Al mismo tiempo, el abanico de sentimientos durante el período previo a la marcha podría llenar tranquilamente un libro entero, y he descubierto lo fácil que es saltar de la euforia al miedo, de la incertidumbre a la valentía, de la libertad a la inseguridad o de la añoranza a la ilusión…

En este viaje no busco encontrar el significado de la vida o la iluminación, ni tampoco huyo de nada. Es tan sencillo y tan grande, como querer exprimir un poco más la vida.

Descubriendo lugares, conociendo gente, enfrentándome a situaciones nuevas, probando sabores diferentes, sintiendo nuevos olores, viviendo nuevos sentimientos… En definitiva, quiero vivir más intensamente las 24h del día, hacer realidad un sueño, abrir la mente y disfrutar de un GRAN SALTO adelante en la otra punta del mundo! “

 

Qué hice en 8 meses de excedencia voluntaria viajando:

¿Quieres saber qué hice los 8 meses más intensos de mi vida? Aquí tienes mi TOP 10 + 1 :

1. Viví 8 meses con todas mis pertenencias en una maleta (de invierno y verano).

2. Sentí la increíble fuerza de la naturaleza en las cataratas de Iguazú y el glaciar Perito Moreno.

3. Escribí un blog para ir digirendo todo lo que vivía.

4. Vibré con la energía de lugares mágicos como Isla de Pascua, Machu Pichu y la Isla del Sol.

5. Aprendí grandes lecciones sobre hospitalidad, convivencia, y, sobretodo, a soltar el control y fluir.

6. Vi paisajes irreales: lagunas rosadas, un mar de sal (Uyuni) y desiertos infinitos (Atacama).

7. Me superé físicamente: me recuperé del menisco roto haciendo trekkings por Colombia.

8. Fui espectadora del auténtico paraíso animal en Galápagos.

9. Me enamoré en Brasil (¡durante una semana!).

10. Colaboré 2 meses con una ONG en Bolívia.

10+1. Conocí a muchísimas personas que han dejado una huella para siempre en mi vida.

 

Sin duda, el viaje fue una de las mejores decisiones de mi vida. 

Si quieres más detalles de mi gran viaje, puedes escuchar la entrevista que me hicieron el podcast de Un Gran Viaje aquí: entrevista podcast


¡Ahora cuéntame tú!

¿En qué momento estás? ¿Qué dudas pasan por tu cabeza? ¿Cuáles es tu mayor miedo para no tomar LA decisión?

Estaré encantada de leerte en los comentarios.

firma laura

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